Cada jardín tiene un tipo diferente de suelo, ideal para algunas plantas pero hostil para otras. Sin embargo. la mayoría de las personas desea cultivar plantas de ambientes diferentes y no solo aquellas que se adaptan al tipo de suelo que tienen en su jardín. Cuanto mejor sea el suelo, más sencillo será cultivar una amplia variedad de plantas bellas y productivas.
Conocer el suelo
Para mejorar el suelo hay que identificar, en primer lugar, si es básicamente arcilloso, calcáreo, arenoso o bien una mezcla. Se puede realizar una prueba para determinar su contenido químico y su acidez/alcalinidad. Existen pehachímetros de uso sencillo que permiten lecturas razonablemente precisas. Existen cuatro categorías principales de suelo:
Los suelos calcáreos, formados a partir de la descomposición de piedra caliza, son fuertemente alcalinos. En ellos se desarrollan muy bien fucsias, claveles y adelfas, pero las plantas que aman la acidez como azaleas, rododendros y la mayoría de los brezos, no soportan este tipo de suelo. Se trata de suelos que suelen tener poco mantillo y no retienen bien el agua ni los nutrientes. Requieren, por tanto, la aplicación regular de materiaorgánica y fertilizante.
Los suelos arcillosos están formados por diminutas partículas minerales que tienden a apelmazarse. Resultan difíciles de trabajar porque tienen un drenaje pobre y están mal aireados. Cuando la arcilla se seca forma terrones y se rompe. Para obtener las máximas ventajas de su fertilidad natural, hay que mejorar el drenaje y la aireación con musgo, corteza desmenuzada, arena etc.
Los suelos arenosos son ligeros y fáciles de trabajar. Aunque se calientan rápidamente en primavera, ofreciendo un buen adelanto a las plantas, drenan con tanta facilidad que los nutrientes son arrastrados por el agua. Necesitan abundante materia orgánica y fertilizante.
Los suelos turbosos tienen un buen drenaje, un buen equilibrio de partículas de arena y arcilla, y un alto contenido de humus. son los más sencillos de cultivar ya que retienen perfectamente el agua y los nutrientes.
Suelos ácidos y alcalinos
La acidez o alcalinidad de un suelo se mide por su pH. Un elemento neutro, como el agua pura, tiene un valor de 7. Cualquier medición por encima de esa cifra señala alcalinidad y, por debajo, acidez. Un pH entre 6,5 y 7 es idóneo para una amplia gama de plantas. Los suelos moderadamente ácidos tienen un pH6, y los moderadamente alcalinos, un pH7,5.
Una ligera acidez es preferible a un fuerte contenido en cal, ya que resulta más fácil de modificar. Un cubo de turba por metro cuadrado aumentará la acidez de los suelos alcalinos. Las plantas cultivadas en suelos alcalinos presentan un crecimiento deficitario porque no son capaces de absorber microelementos nutritivos tales como hierro y manganeso. Si el suelo de su jardín es alcalino y desea cultivar plantas que aman la acidez, como azaleas y rododendros, forme lechos de cultivo de suelo ácido, o cultive esas plantas en macetas con una mezcla de tierras adecuada.
Humus para un buen suelo
El suelo también contiene una combinación de elementos químicos y humus. Este ingrediente (materia orgánica compuesta de hojas muertas descompuestas por la acción de las bacterias) contiene nutrientes vitales de forma tal que pueden ser absorbidos por las plantas.
La formación del humus exige dos condiciones fundamentales: una adecuada aireación y un riego equilibrados. El agua facilita la acción de las bacterias del suelo y disuelve los nutrientes contenidos en él. Un suelo con un drenaje rápido se seca con facilidad o también puede sufrir lixiviación(lavado de la tierra con perdida de nutrientes).
Además de contener humus, un buen suelo debe tener una composición química equilibrada, que incluya, además de los elementos básicos vestigios de otros elementos tales como cobre, zinc, manganeso, magnesio, hierro, etc.